Sensualidad

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Agüita...
agüita celosa,
agüita brava.
Agüita que cae del cielo
para poseer tu cuerpo entregado
y desnudo a los cuatro vientos,
-cierras las puertas de tu alma-
y te roba un beso...
húmedo y en cascada
hacia tu sinuoso pecho.
Atusando tu cara y los cabellos
y también al envidioso cuello.
Agüita...
agüita celosa,
agüita brava.
-Acaricias los senos-.
Das vueltas y vueltas...
sabor a nata.
Las caricias...
escurren hacia la entrada
-con pirsing de rubí-
recordando la primera morada.
Gotitas que recorren
el canalillo de tu espalda,
-hacia la manzana del mal-
sacándole lustre
y alguna mueca...
Y por la otra cara
llegas al “monte de venus”
-rizos de la mar-
en volandas por el viento,
y a los labios del deseo
-tesoro escondido-
volcán apagado de fuego.
Agüita...
agüita desfogaa,
que corres y refrescas
los muslos...
-torbellinos que se apagan-
tan solo queda brisa
apagando la brasa.
Agüita...
agüita salaa,
con tu tranquilidad y simpatía
¡qué envidia me das!...
de no poder estar en tu lugar.

Publicado el domingo 6 de julio de 2008
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Este es el primer poema que escribí al salir de la depresión de la primera mitad del año, allá por junio, me parece, cuando fui a Praga. Para mí la sensualidad está en la mujer, quise retratar -dibujar- a una mujer desnuda cayéndole agua del cielo (de la ducha) y le va recorriendo todo el cuerpo. Pirsing de rubí recodando...me refiero al ombligo como el punto de conección que hubo con el seno materno. La manzana del mal...me refiero al trasero.
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